LA MEDICINA SAGRADA
LA MEDICINA SAGRADA
La Maestra H. P. Blavatsky dice: "Cuando aparecieron
en la tierra hombres dotados de inteligencia superior, dejaron a este poder
supremo (el íntimo) obrar irresistiblemente, y de él aprendieron sus primeras
lecciones. Todo lo que tuvieron que hacer, fue imitarlo, pero para reproducir
los mismos efectos por un esfuerzo de voluntad individual, se hallaron
obligados a desarrollar en su constitución humana un poder creativo (el
Kundalini), llamado Kriyasakty en la fraseología oculta".
Para ser médico es preciso el fuego del Espíritu Santo.
Este fuego resulta de la transmutación de nuestras secreciones sexuales por
medio de la Culebra.
¿Cómo puede servir de vehículo de expresión para el
"ÍNTIMO" aquel cuya alma está manchada por el amor al lucro y por la
sed insaciable de fornicación?
El "ÍNTIMO" en nosotros, es nuestro Maestro
Interior, nuestro Dios, nuestro "Real Ser", nuestro
"Espíritu", nuestro Yo Superior, nuestro Padre que está en secreto.
El "ÍNTIMO" es una llama inefable de la Gran Hoguera; Un fragmento
del absoluto en nuestro corazón.
El "ÍNTIMO" dentro de nosotros es aquel Ruach
Elohim que según Moisés, labraba las aguas en el principio del mundo. El
"ÍNTIMO" es la "MONADA" de Carpócrates, el
"DAIMON" de Sócrates, la Seidad de los tibetanos, el silencioso
Gandarva o Músico Celeste de los Hindúes.
El "ÍNTIMO" es nuestro Padre en nosotros, el
Alma es el Hijo, y el Espíritu Santo es la fuerza sexual, llamada Kundalini,
simbolizada en la culebra. Cuando el hombre ha desarrollado en su constitución
humana ese poder del fuego, entonces es ya médico auténtico, ungido por Dios.
De esta manera el "ÍNTIMO" Divino se expresa a través del Ungido, y
realiza asombrosas curaciones.
Un hombre puede haber estudiado teóricamente el organismo
humano y sus enfermedades, pero esto no quiere decir que tenga el poder de
sanar, porque nadie puede recibir este poder de los hombres, sino de Dios.
En el país asoleado de Khem, allá en los lejanos tiempos
del antiguo Egipto, los enfermos eran llevados, no a consultorios médicos, sino
a los templos augustos y sagrados donde se cultiva la hierática sabiduría. De
los templos salían los enfermos sanos y salvos.
Un sopor de eternidades pesa sobre los antiguos
misterios. En la noche profunda de las edades parece percibirse allá, en la
remota lejanía, el verbo delicioso de los viejos sabios que esculpieron su
sabiduría en extraños relieves en los muros invictos. Calles de esfinges
milenarias contemplaron silentes millares de peregrinos venidos de distantes
tierras en busca de salud y de luz. Rostros quemados por el sol ardiente de la
Arabia feliz, gentes venidas de Caldea, mercaderes judaizantes de Cíclopes o de
Tiro, viejos Yoguis de la tierra sagrada de los Vedas...
La medicina fue siempre sagrada.
La medicina fue el patrimonio bendito de los magos.
En esos olvidados tiempos del lejano Egipto, los enfermos
cubríanse de aromas en los templos y el verbo inefable de santos Maestros
llenábalos de vida.
Del libro “Tratado de Medicina Oculta y Magia Práctica”.
Por: Samael Aun Weor.
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